El ejecutivo vizcaíno Alberto Izaga creía liberar a su hija de dos años del demonio cuando la atacó. Un tribunal le declaró inocente por enajenación mental
12.01.08 sacado del Correo.
DESENCAJADO. Recreación del juicio celebrado ayer en Londres al que no pudieron acceder las cámaras. / PRISCILLA COLEMAN
Alberto Izaga, el ejecutivo vizcaíno que mató en Londres a su hija, Yanire, de dos años y medio, fue declarado ayer inocente por un jurado inglés, que consideró que la enajenación mental que sufría en aquel momento le impedía saber que lo que estaba haciendo estaba mal. El juez Richard Hone abrió la vista, en la sala cuatro del Tribunal Penal Central, afirmando que se trataba de un caso «único y absolutamente trágico» y, tras guiar al jurado hacia el veredicto propuesto por las dos partes, lo concluyó deseando «al señor Izaga y a su mujer lo mejor en el futuro».
La esposa de Izaga y madre de la niña, Ligia, se sentaba a pocos metros de su marido, acompañada de su madre. Junto a ellas, estaban los padres y el hermano del acusado. Asistieron unidos a un juicio breve y conmovedor, en el que la contienda retórica habitual de un juicio inglés fue sustituida por el acuerdo y la contención. Un error en la hora de convocatoria de los posibles miembros del jurado provocó un retraso en el inicio de la vista, que enojó al juez por tratarse «de una situación tan emotiva».
Ese tiempo de tormento adicional para la familia fue suficiente para que los presentes percibieran el contexto del caso. Puesto que fiscalía y defensa no iban a disputar un veredicto sino que recomendaban el mismo, Alberto Izaga, de 36 años, encanecido con respecto a las fotos que se conocen de él, se sentaba tras su abogado, junto a médicos y enfermeros que le cuidan en el hospital.
Su familia, en otra zona del mismo ala de la corte. Pálido, con mirada frágil, apenada o asustadiza, Izaga se ajustaba los pantalones en un tic nervioso y bebía sorbos de agua. Cuando se puso en pie y acudió hacia su familia, la relación de ternura y afecto con su mujer fue evidente. Era un caso en el que todos estaban de acuerdo con los hechos. Cuando el juez fue finalmente capaz de formar un jurado de nueve mujeres y tres hombres, el fiscal Jonathan Rees fue narrándolos en un discurso avalado con testimonios presentados al jurado y tampoco discutidos por nadie.
Carrera brillante Alberto Izaga, nacido en Algorta, en 1971, mató a su hija Yanire como consecuencia de las múltiples lesiones craneales que le causó, el 3 de junio, en el piso en el que vivían con Ligia. La investigación ha querido determinar por qué lo hizo «un hombre incapaz de matar a otro ser humano», un «marido y padre devoto».
El fiscal recordó la educación de Izaga, hijo mayor de una familia unida; su padre, economista, y su madre, profesora de piano. Tuvo una infancia feliz. Era un buen estudiante en un colegio religioso y un atleta prometedor. Logró el título de abogado-economista en la Universidad de Deusto. Tras el servicio militar obligatorio, trabajó a tiempo parcial en una compañía de seguros. Pasó a General Electric (GE) y fue a trabajar a su sede de Nueva York.
En 1998, conoció allí a Ligia Barbosa, otra buena estudiante, nacida en Cabo Verde, y empleada también en GE. Comenzaron a salir juntos en 1999.La empresa les destinó a Kansas y a Connecticut. Se turnaban los fines de semana para viajar al destino del otro. Izaga fue transferido a Londres como jefe ejecutivo de seguros de vida. Ligia consiguió que la transfirieran también. Se casaron en Vizcaya en 2003. Vivían en un piso junto al Támesis, frente al Parlamento británico.El 19 de enero de 2005 nació su hija Yanire. Izaga había acudido a cursos de preparación de la paternidad junto a su mujer, fue de compras para preparar el nacimiento. Cuando la niña nació -el padre la llamaba «el tesoro más precioso de la tierra»- Izaga se esforzó para regresar a casa y verla y bañarla antes de dormir.
Participó en la venta de GE a Swiss Re, una de las mayores aseguradoras del mundo, y en la nueva empresa le habían nombrado jefe de su división de seguros de vida. Era el más importante ejecutivo de la empresa en su sede en Londres, el rascacielos de la 'city' conocido como 'el pepinillo'. Trabajaba y viajaba mucho.
En mayo de 2007, Alberto y Ligia estaban de vacaciones en Estados Unidos. Fueron al cine, no había entradas para ver la película que querían y entraron a ver 'Bug', una historia de miedo que les disgustó.
El 29, vuela a Ginebra para asistir a una reunión de directivos de Swiss Re. En el curso de la reunión, un aventurero presenta a los ejecutivos un relato estimulante sobre cómo alcanzar cumbres mediante la pasión y la determinación. Izaga manifiesta a algunos colegas que la conferencia le ha impresionado. Alguno de los asistentes a esa cita le recordará luego como aparentemente estresado.
El sábado regresa a Londres, el chófer que le lleva del aeropuerto a casa recuerda que Izaga habló con su familia por teléfono y que todo le pareció bien. Su hija le recibió con abrazos. Al mediodía se fue con su amigo y vecino, Toby Hamman, a jugar un partido de fútbol a Hyde Park.El horrorCuando vuelve a casa, Izaga habla a su mujer con entusiasmo de la conferencia que les dio el aventurero en Ginebra.
Dice que está cansado, lleva setenta y dos horas sin dormir. A las seis, deciden ir los tres a cenar fuera, a un Pizza Express al otro lado de la calle. Izaga se retrasa y su mujer le ve hablar solo y gesticulando. Regresan a casa, su amigo Toby se acerca al piso para coger prestado un DVD. Todo le parece normal. Izaga se acuesta pronto. Quería dormir. Ligia y Yanire se quedan en la sala viendo la tele. Yanire se va a la cama. Izaga sale del dormitorio a las once y despierta a su mujer, que se ha quedado dormida, para que vaya a la cama.
A las 4.30 de la mañana, vuelve a despertar a su esposa. Enciende la luz. Habla incesantemente sobre el explorador, sobre la filosofía de los jesuitas, a los que achaca un deseo de construir una secta para controlar el mundo financiero. No para de hablar. Ahora, de la película 'Bug'. Da puñetazos a la almohada. No podía dormir.Ligia le lleva a hacer el desayuno. Quiere hacer algo cotidiano para contener la deriva de su marido. Izaga va hacia la cuna de su hija, allí donde hay una pequeña tienda de campaña donde ha jugado tantas veces con ella, como un niño, pero esta vez la agita y la hace llorar.
Ligia intenta abrir la ventana para que entre aire fresco, conectar la televisión. Izaga rechaza todo. Habla en español, grita sobre la película 'Bug'. Ligia quiere llevarse a la niña, pero Izaga la bloquea. Comienza a golpear la cabeza de la niña contra el sueño de madera laminada de la sala. Ligia llama histérica a los servicios de urgencia y luego a sus amigos. Deja el móvil encendido para que oigan lo que está ocurriendo.
El fiscal Rees leyó transcripciones de esas grabaciones. En las que Izaga es un hombre alucinado que creía salvar a su mujer y a su hija de una influencia maligna y satánica. «Sé lo que tengo que hacer», dice. «Tengo que matarla». «¿Muere». «¿Muere!». «Muere, por favor». «Esto es imposible». «Lo tengo». «Lo tengo». «Ha sido muy fácil». «Ha sido muy fácil». «No me iré nunca de esta habitación». «Dios no existe». «La humanidad no existe». «Fue fácil». «Por favor, muere». «Por favor, muere». «Está terminado».
La Policía llegó a las 8.35. Yanire fue traslada a un hospital con lesiones gravísimas. Se le retiraron los aparatos que mantenían artificialmente su vida el día 5. Ligia preguntó dónde estaba Alberto. Está detenido, le dijeron. «¿Por qué está detenido? Es un buen hombre».Alberto Izaga estaba ya internado en un hospital psiquiátrico. Cuando fue arrestado, no lograban sentarlo. Decía «Big Ben, Big Ben, Big Ben» durante diez minutos. Reía. Hacía ejercicios físicos. Había iniciado el camino que llevaría a los médicos a testificar que había sufrido una enajenación mental que le hizo ayer inocente de dar muerte a su hija.
PD. La verdad que hay ciertas cosas en la mente del ser humano de las cuales te pueden llegar a poner lo pelos de punta...esta es una de estas historias de las que parecen sacadas de una película de terror pero que por desgracia es una cruda realidad.....una desgracia tanto para la mujer, los padres y por supuesto para el que desencadeno la historia causada por esta vida tan loca que nos toca vivir..y la enfermedad de los desarrollados----Estres.
sábado, 12 de enero de 2008
Tengo que matarla; ¿ Muere, por Favor!
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1 Chascarrillos:
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